Es para muchos expertos la enfermedad del siglo XXI, y tiene nombre propio: nomofobia. Es la abreviatura de la expresión inglesa “no-mobile- phone phobia” y hace alusión al miedo a estar sin el teléfono móvil cerca. Las cifras hablan por sí solas, el 66% de la población británica padece nomofobia, según una encuesta que acaba de publicarse. La dependencia ha llegado a tal punto que el 41% de los usuarios del Reino Unido tiene dos teléfonos o más para estar permanentemente conectado. Como curiosidad la encuesta también revela que los niveles de estrés de una persona con nomofobia son equiparables con los nervios que se tienen el día antes de la boda o de la visita al dentista. Cada persona consulta el teléfono entre 34 y 150 veces al día, incluso cuando el móvil no muestra ningún aviso o notificación pendiente. Aunque no se tienen datos los especialistas estiman que entre el 5% y el 10% de los usuarios de Whatsapp podrían estar afectados por la nomofobia.
Síntomas
Muchas personas niegan este trastorno al pensar que la mayoría de la población está también “enganchada” al teléfono móvil. Pero lo cierto es que si se presentan algunos de los síntomas que vamos a describir, no se trata de un “enganche” si no de una adicción. Síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud constante, negación, ocultación o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima. También existen algunas actitudes indicativas de esta adicción como:
- releer los mensajes de Whatsapp continuamente,
- inquietud al no recibir respuesta instantáneamente a los mensajes,
- hacerse selfies de manera descontrolada,
- dolor en la espalda y las cervicales o
- dificultad para mantener una conversación cara a cara.
Causas
Como toda adicción, el origen de la misma puede ser un intento de llenar una sensación de malestar o vacío interior. Estar enganchado a las redes sociales, es una manera de ocupar el tiempo y de no pensar o sentir otras cosas de nuestra existencia. También es cierto que hay caracteres más propensos a padecer adicciones, pero si tenemos en cuenta que un alto porcentaje de la población sufre de esta adicción (sobre todo los jóvenes y adolescentes); también podría enfocarse como un problema social.
La sociedad actual cada vez más aislada e individualista, que no fomenta ni mantiene lazos afectivos de calidad con el entorno, nos lleva a llenar ese vacío que han dejado los vínculos significativos y el contacto directo, con sistemas de contacto virtual. Los niños son cuidados por los cibercanguros de las tablets y smartphones y los adolescentes reafirman su autoestima, sometiéndose a peligrosas “hazañas” para obtener la mayor cantidad de me gusta posible. Ser popular ahora es equiparable a tener muchos seguidores, retwits y me gusta. Mientras cenamos en casa cada miembro está con sus chats, el smartphone ha sustituido las charlas en la mesa. Para estar comunicado hay que estar conectado.
Consecuencias
Reemplazar los contactos de calidad por relaciones virtuales y efímeras tendrá consecuencias a largo plazo. Algunas ya las estamos viendo. Publicar el acoso y maltrato a un compañero de clase en lugar de impedirlo; autolesionarse para obtener seguidores y acceder a determinado grupo virtual, buscar a cualquier precio el trending topic, aunque signifique herir a alguien de nuestro entorno, etc
Qué podemos hacer para minimizarlo
Busca actividades entretenidas, que te lleven a relacionarte cara a cara con otras personas. Visita con más frecuencia a amigos y familiares. Practica algún deporte grupal. La sensación de plenitud que puede darnos el contacto auténtico como un abrazo; una caricia, un achuchón, un beso… es insustituible por cualquier aplicación.
Somos seres vinculares, que necesitamos del contacto real para sentir bienestar.